sábado, 8 de marzo de 2014

LA TEMPESTAD Y LA CALMA

Yo vi del rojo sol la luz serena
Turbarse, y que en un punto desparece
Su alegre faz, y en torno se oscurece
El cielo con tiniebla de horror llena.

El Austro proceloso airado suena,
Crece su furia, y la tormenta crece,
Y en los hombros de Atlante se estremece
El alto Olimpo y con espanto truena;

Mas luego vi romperse el negro velo
Deshecho en agua, y a su luz primera
Restituirse alegre el claro día,

Y de nuevo esplendor ornado el cielo
Miré, y dije: ¿Quién sabe si le espera
Igual mudanza a la fortuna mía?



Juan de Arguijo
(1567–1623)